Isaías Peralta Vélez
La sociología del trabajo en América Latina surge gracias a un doble proceso, por un lado, “cuando se percibe con más claridad el papel de las influencias externas en la generación de un nuevo campo de estudio”,[1] influencias que provienen principalmente de los paradigmas teóricos elaborados en los Estados Unidos y en Francia; por el otro lado, su génesis se da gracias a la evolución de procesos sociales, políticos y económicos, que confluyen en la región desde principios del siglo XX por culpa de una industrialización tardía —en comparación con otros países occidentales— la cual empezó a formar una clase obrera y, a la vez, dio origen a diferentes luchas sociales que acompañaron todo este proceso de instauración de la industria en Latinoamérica, como la revolución Mexicana (1910-1911).
La sociología del trabajo Latinoamericana se divide en tres periodos fundamentales, los cuales van estrechamente relacionados con ciertos momentos históricos vividos a lo largo del siglo XX en la región, y que están “caracterizados por una cuestión central que tiende a sobre determinar la reflexión y la investigación sociológica”[2]. Con esto podemos observar que en América Latina las realidades sociales, es decir, el contexto en el cual se desarrollan los seres sociales, va muy ligado a la creación de conocimientos, en especial en el campo de las ciencias sociales.
El primero de estos periodos inicia con el surgimiento de la sociología del trabajo alrededor de la década de los sesentas —gracias a los procesos antes mencionados— y se crea como un nuevo campo de estudio que nos va a ayudar a explicar esta nueva realidad social industrial latinoamericana, donde coinciden burgueses y obreros, seres antagónicos por naturaleza pues el primero es explotador y el segundo es siempre el explotado. El tema principal de esta etapa era la modernización; lo que se trataba de discutir eran “las condiciones de surgimiento de una clase trabajadora "adecuada" a ese proceso de modernización”[3]. En esta fase se puede observar una sociología supeditada a la economía del desarrollo, marcada por fuertes elementos de un determinismo estructuralista, ya sea en su adaptación liberal o en su versión marxista.
El segundo periodo se desarrolla desde mediados de la década de los setenta a fines de la década de los ochenta, lo central pasa a ser la discusión sobre la polaridad "democracia–dictadura". Lo que preocupa principalmente a la sociología del trabajo son las “posibilidades de reconstrucción de una clase trabajadora y de un movimiento sindical desorganizados y fragmentados por los regímenes militares”[4].En este lapso se puede ver una influencia interdisciplinar en el estudio del trabajo; con un apoyo importante de ciencias como la historia, la sociología de los movimientos sociales y la ciencia política; también podemos ver un enfoque que se centra en el redescubrimiento de los actores sociales y su relación con el Estado, el cual está mediado por organizaciones sociales como los sindicatos o partidos políticos.
El tercer periodo inicia a fines de los ochenta, donde la globalización y el ajuste estructural que conlleva este proceso, así como sus impactos sobre el trabajo, se convierten en la principal preocupación de los estudiosos de la sociología del trabajo. Aquí podemos encontrar dos movimientos distintos; por una parte, se profundiza el movimiento iniciado en la fase anterior, es decir, se profundizan los estudios sobre la recuperación de los sujetos sociales y los estudios interdisciplinares; por otra parte, vamos a encontrar una tendencia de la sociología del trabajo que se acerca a las preocupaciones de las teorías creadas por el management y una preferencia por subordinar sus estudios a la economía.
Después de exponer el desarrollo de la sociología del trabajo, ya establecida como disciplina de estudio específico, es decir, después de observar las razones por las cuales se dieron los inicios de las investigaciones enfocadas a explicar cuestiones relacionadas con la sociología del trabajo, así como sus transformaciones hasta nuestro días, podemos apuntar, a manera de conclusión, que la sociología del trabajo no se ve aplicada a la realidad desde que se instituyó como una forma de analizar un campo dentro de la sociedad, y esto conlleva un grave problema, pues, como bien menciona Juan José Castillo;
"Una ciencia que no se piensa así misma, que no intenta aplicar lo que conoce, corre el riesgo de permanecer en un perpetuo y anquilosante círculo reproductor, sin ahondar la comprensión reflexiva de sus propios presupuestos o adiciones[...] Incapacita aventurarse para observar, identificar, y desmenuzar el complejo de enigmas que plantean los problemas sociales contemporáneos."[5]
A pesar de su historia —expuesta previamente en este escrito— y de sus avances en el estudio del trabajo, no vemos que existan transformaciones sociales que sean congruentes con los estudios realizados por esta disciplina, pues si así fuera, la sociedad sería diferente, o, por lo menos, ya habría cambiado la situación de las y los trabajadores que son explotados sin ningún tipo de seguridad social ―los cuales, además, viven bajo las peores condiciones de vida―. A la vez, podemos observar una crisis interna, o, mejor dicho, una crisis en los paradigmas que constituyen la sociología del trabajo, pues con las transformaciones que ha sufrido el trabajo en las últimas décadas, ya no son suficientes los paradigmas creados hasta hoy para poder analizar su realidad empírica, es decir, la realidad está sobrepasando a la teoría, lo cual es muy grave, ya que están quedando fuera del análisis muchas nuevas formas de trabajo, por ejemplo: el trabajo informal o el subempleo. Otro problema contemporáneo con el que nos encontramos al estudiar el trabajo, es que éste se ha dejado de lado, es decir, ha perdido la centralidad como base de las transformaciones sociales, por lo tanto ya no se producen tantos estudios sobre la situación existente dentro del mismo. Lo anterior lleva a que no se pueda ayudar a todas esas personas que sufren estas nuevas formas de explotación y, por lo tanto, sigan sufriendo como hasta hoy por su realidad en el trabajo.
Otro obstáculo que se nos presenta al analizar el trabajo en la actualidad, es la creación de divisiones en las estructuras de pensamiento, y por lo tanto las divisiónes en el análisis, las cuales hacen que ciertas cosas no puedan ser pensadas y, como consecuencia, no se le pueda dar solución a todos los problemas sociales que aquejan hoy a nuestras sociedades, pues no observamos el todo social, sino sólo segmentos inconexos que nos trasladaran a ver una sociedad igualmente dividida, cuestión que nos nos llevará ningún sitio, puesto que “el futuro de la sociología del trabajo está en contribuir a la tarea teórica y política de mostrar la situación del trabajo, de los trabajos, y de los y las trabajadoras, su verdadera y completa situación”[6], y no solo fragmentos de ésta.
Otro obstáculo que se nos presenta al analizar el trabajo en la actualidad, es la creación de divisiones en las estructuras de pensamiento, y por lo tanto las divisiónes en el análisis, las cuales hacen que ciertas cosas no puedan ser pensadas y, como consecuencia, no se le pueda dar solución a todos los problemas sociales que aquejan hoy a nuestras sociedades, pues no observamos el todo social, sino sólo segmentos inconexos que nos trasladaran a ver una sociedad igualmente dividida, cuestión que nos nos llevará ningún sitio, puesto que “el futuro de la sociología del trabajo está en contribuir a la tarea teórica y política de mostrar la situación del trabajo, de los trabajos, y de los y las trabajadoras, su verdadera y completa situación”[6], y no solo fragmentos de ésta.
Ahora, para finalizar, creo que necesitamos que se lleven a la práctica las investigaciones realizadas por los estudiosos de la sociología del trabajo, así como de otras ramas de las ciencias sociales, porque sólo de ésta manera podremos transformar nuestras sociedades, pues de lo contrario estaremos condenados, tal como las mismas investigaciones, a perecer sin conseguir crear algún cambio social y sólo ser así observadores de nuestro entorno, acción que no nos sirve para nada, pues los estudiosos de las ciencias sociales tenemos la obligación de ayudar al mundo que nos rodea, ya que, parafraseando a Marx, de lo que se trata no es solamente de analizar al mundo de diferentes maneras, sino de transformarlo.
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[1] Abramo L. y Montero C., “Origen y evolución de la sociología del trabajo en América Latina”, Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo, COLMEX/FLACSO/FCE, México, 2000, p. 66.
[2] Ídem.
[3] Íbid.p.67.
[4] Ídem.
[5] Castillo, Juan José, ¿A dónde va la Sociología del Trabajo?, Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, Año 1, Número 1, UAM-UNAM, México, 1995, p. 25.
[6] Íbid.p.30.
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BIBLIOGRAFÍA
Abramo L. y Montero C., “Origen y evolución de la sociología del trabajo en América Latina”, Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo, COLMEX/FLACSO/FCE, México, 2000.
Castillo, Juan José, ¿A dónde va la Sociología del Trabajo?, Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, Año 1, Número 1, UAM-UNAM, México, 1995.
De la Garza, Enrique, “El papel del concepto de trabajo en la teoría social del siglo XX”, Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo, COLMEX/FLACSO/FCE/, México, 2000.
1 comentarios:
Tu reflexión final apunta a un planeamiento sugerente pero queda inconclusa, es sólo en esa parte de tu ensayo en donde se localizan aportaciones propias, el resto es fundamentalmente una reseña de los textos sustento del ensayo.
Lo fundamental de un ensayo es ejercitar el juicio y la reflexión sobre lo que leimos de los autores consultados.
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