SICKO

Carlos Arámburo Muro

Película documental que retrata la ineficiencia e inaccesibilidad del servicio de salud en Estados Unidos producto del proceso de privatización de finales de siglo XX y que se agudiza ya entrado el siglo XXI. Tal proceso responde a los cambios en la política económica del gasto social, antes motor de crecimiento del Estado de Bienestar.

La clave para comprender las dimensiones de la problemática, radica en que los ciudadanos norteamericanos no cuentan con un seguro de salud social gratuito y universal. El sistema de salud pública se ha visto deteriorado al actuar por el dictado de las leyes del mercado, disminuyendo la esperanza de vida de la población estadounidense.

Si bien, Estados Unidos es considerado un país hegemónico, lo es en tanto nivel ideológico como militar. Su hegemonía no radica ya en que la sociedad se encuentre en condiciones favorables para alcanzar un nivel de calidad de vida mayor al de otros países, incluidos los del tercer mundo; sino que la propia clave de la hegemonía mundial que ejerce el país, está condicionada por el deterioro interno de la sociedad. La carencia de un seguro social, de un empleo, de un ingreso muestra como el gobierno ha centrado la inversión hacia el denominado por muchos, capital improductivo, o lo que es lo mismo: capital financiero, especulativo.

La economía nacional ha dejado de ser prioridad en la agenda gubernamental del país, pues las utilidades y beneficios del capital privado que provienen de las trasnacionales es por mucho mayor que la derrama económica nacional. Por lo tanto, bajo la falsa idea de que lo privado ofrece un mejor servicio, es que el gobierno ha logrado desvincularse de uno de los derechos ciudadanos, e incluso humano más importante: la salud.

Así, lo que las empresas aseguradoras privadas intentan es obtener cada vez en un plazo menor, utilidades que les permitan mantenerse en la competencia mundial del mercado. La lógica de funcionamiento de estas empresas tiene por finalidad ahorrarse la mayor cantidad de dinero posible, rechazando solicitudes de aseguramiento, cuando las enfermedades a tratar son consideradas como graves, y por lo tanto demasiado caras.

De tal modo que lo que ahora se cotiza, son vidas humanas. Se ha llegado a una de las contradicciones más agudas de la propia especie humana. Estas contradicciones difícilmente serán entendidas si ignoramos que la ciencia y la tecnología en general, se han visto sumergidas en un proceso de subsunción al capital.

Es evidente que el desarrollo de la ciencia ha dejado de ser una de las herramientas que permitan la realización del hombre. Al verse inmerso en el proceso de valorización de valor pierde autonomía en su funcionalidad práctica. La ciencia, y en particular la medicina, han visto limitado su desarrollo por el capital mismo, pues una vez que el conocimiento científico fue incorporado al mundo de las mercancías perdía capacidad de acción en el campo del beneficio social.

En este sentido, la salud en Norteamérica y en muchas otras regiones del mundo se ha convertido en un producto de lujo: cada vez menos personas tanto del centro como de la periferia cuentan con un servicio de salud público. En México se encuentra en ascenso esta tendencia, pues las instituciones de salud pública no cuentan con la capacidad de dar atención especializada a cada una de las personas que acude; por lo tanto las aseguradoras privadas, industria farmacéutica y hospitales han encontrado un nicho de negocio más amplio que les permite mejorar su posición en el marco de competencia mundial, a condición de restringir el acceso a un sistema de salud apropiado para quienes puedan pagarlo.








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